En una rutina diaria cargada de responsabilidades y compromisos, muchas veces se deja en segundo plano algo fundamental: el bienestar físico y personal. Está comprobado que la actividad física fortalece el cuerpo, mejora la salud mental y promueve una mayor conexión con uno mismo. Por eso, es importante encontrar al menos unos minutos al día para moverse y cuidar el propio equilibrio.
Cuál es el ejercicio más efectivo para combatir el dolor de rodillas y la artritisLa clave está en elegir una actividad que permita ejercitarse sin generar presión. En ese sentido, el slow jogging, un método que gana cada vez más popularidad en Japón, se presenta como una alternativa ideal. Este enfoque se adapta a cualquier ritmo de vida y promueve una idea simple pero poderosa: no se trata de correr más rápido, sino de disfrutar el recorrido.
Qué es el Slow Jogging y cómo funciona
Originado en Japón, el slow jogging es un método desarrollado por el profesor Hiroaki Tanaka de la Universidad de Fukuoka, basado en trotar a un ritmo lento y sostenido. Su enfoque suave lo convierte en una opción ideal para quienes buscan cuidar su salud sin exigir demasiado al cuerpo, y es tan placentero que incluso puede practicarse con una sonrisa, lo que en japonés se conoce como el estilo "niko niko".
Este método combina sencillez con una amplia gama de beneficios: ayuda a prevenir enfermedades como la diabetes, la obesidad y la hipertensión, mejora la condición física y mental, retrasa el envejecimiento y quema el doble de calorías que una caminata. Su mayor atractivo está en que no se vive como un esfuerzo, sino como un momento de disfrute. No requiere equipo especial ni experiencia previa, y con solo 30 minutos al día, es posible notar un cambio positivo en la energía y el bienestar general.
Cómo empezar con el Slow Jogging
Una de las grandes ventajas del slow jogging es que no requiere experiencia previa ni habilidades deportivas. Según el profesor Hiroaki Tanaka, su creador, cualquiera puede comenzar: “No necesitamos ninguna técnica especial. Basta con trotar entre 30 y 60 minutos al día, o si el tiempo es limitado, hacerlo en tres sesiones de diez minutos”.
La clave está en mantener un ritmo cómodo, lo suficientemente suave como para poder conversar o incluso sonreír mientras se trota. Este estilo se adapta a cada persona: quienes recién comienzan pueden empezar con pasos cortos a una velocidad de 4-5 km/h, y con el tiempo, si lo desean, aumentar hasta 7-8 km/h o más, de acuerdo con su nivel de condición física.
Beneficios del Slow jogging
El slow jogging ofrece numerosos beneficios físicos que lo convierten en una excelente opción para mantenerse activo sin riesgos. Ayuda a prevenir enfermedades como la diabetes, la hipertensión y la obesidad, y mejora la resistencia cardiovascular. Además, quema el doble de calorías que caminar y genera menos impacto en las articulaciones que el running tradicional.
También aporta ventajas a nivel mental y emocional, ya que promueve la liberación de endorfinas que elevan el ánimo y reducen el estrés. Esta actividad permite desconectar de la rutina y conectar con uno mismo, generando una sensación de bienestar integral. Al no exigir rendimiento, se convierte en un momento de disfrute y cuidado personal.